Días atrás los argentinos tuvimos la oportunidad de ver y escuchar un reportaje que hizo el periodista Alfredo Leuco al actual Presidente de la República Oriental del Uruguay. El reportaje de una larga duración causó gran sensación por la contundencia de las respuestas con una profunda impronta ética. Sin que se hubiera dicho expresamente surgió la comparación inmediata con nuestro país y nuestras instituciones, a tal punto que luego circularon en las redes sociales bromas relacionadas con un éxodo masivo al país vecino.
Lacalle Pou no tuvo medias tintas ante la pregunta de su definición ideológica como tampoco de que tal ubicación personal cedía ante el interés general de su país en el contexto del Mercosur, haciendo explícita referencia a la necesidad de un pragmatismo imprescindible que supere los tintes para garantizar la calidad de vida merecida por la sociedad, pero con irrenunciable y estricta observación de la cláusula democrática que rige establecida expresamente en el protocolo de Tierra del Fuero.
El entrevistado no tuvo dilaciones en la respuesta por el tema de la libertad al tiempo de responder por las medidas de restricción por la pandemia, afirmando la vocación del pueblo uruguayo por la libertad para sostener el criterio confianza que primó al tiempo de establecer las medidas sanitarias, “los uruguayos nacimos libres” fue la respuesta inmediata, y con fundamento histórico. Aun hoy retumba el portazo dado por Artigas en la Asamblea del 13. Las instrucciones de Artigas a sus diputados fueron: Independencia de las provincias del poder español; Igualdad de las provincias a través de un pacto recíproco; Libertad civil y religiosa; Organización del gobierno como una república; Federalismo, con un gobierno supremo que entendiera solamente en los negocios generales del estado, y Confederación referida a la protección que se debían las provincias entre sí; Soberanía de la Provincia Oriental sobre los siete pueblos de las Misiones Orientales. La historia es conocida, los orientales no transaron, apostaron a su libertad en lugar de someterse, el resto sí, los restantes diputados se sometieron en esa ocasión y lo siguieron haciendo hasta el presente al poder central de Buenos Aires! Los resultados están a la vista.
Seguramente la interpretación de la entrevista no fue unívoca y muchos habrán reaccionado con rechazo ya sea por el perfil del entrevistado, por lo que representa o por limitaciones del marco ideológico; pero muchos argentinos vieron con envidia la figura de un presidente con convicciones tan claras, con claro sesgo liberal y valores de austeridad, con respeto al sistema republicano y democrático y el respeto de su pueblo, a tal punto que reitero, se viralizaron bromas sobre éxodo de argentinos.
Cuál es la lectura que hacemos del reportaje, cuál es el ejemplo que nos deja este presidente?, es el de mudarnos a un país que abre sus fronteras al mundo, un país con una fuerte cultura cívica y respeto por las libertades individuales pero con estricta solidaridad social; un país que a pesar de sus limitaciones proclama su respeto por las normas y las instituciones? La respuesta afirmativa surge en principio como la acertada. Qué mejor que comenzar la vida en un lugar que tiene ya muchos temas solucionados! Sería maravilloso cerrar los ojos y abrirlos en un país mejor, pero si lo analizamos en profundidad esto nos deja un profundo sabor amargo. Lo mismo podríamos transpolar a cualquier ámbito, la respuesta no es mudarse a la casa del vecino porque es más linda o nos gustan más sus hábitos. El ejemplo que nos deja Lacalle Pou es justamente su compromiso para con su pueblo, es su gente la que lo motiva para sostener sus principios, es su pueblo con el cual él se compromete y ante el cual tiene orgullo de sostener en alto su apellido y trayectoria personal, el que le da fuerza para trasmitir esa energía que seduce, y es su gente la que responde con las conductas esperadas. Lacalle no es del Frente Amplio pero evidenciaba que hoy es presidente de todos los uruguayos y no hizo distinción alguna sino todo lo contrario.
Es lícito que aspiremos a lograr un mejor país, pero ese mejor país debe ser el fruto de nuestro esfuerzo, no el regalo regio de otros, porque no tendríamos mérito alguno en ello. El ejemplo debe inspirarnos para luchar en nuestro país para fortalecer las instituciones, los principios republicanos y democráticos, la división de poderes, una justicia imparcial y un gobierno que sirva al pueblo, sobre todo en momentos como el que transitamos donde la anomia y la crisis institucional y la grave crisis económica muestran la más fea cara del subdesarrollo y la vulnerabilidad del atraso propios de la invalidez cívica y raquitismo institucional que no podemos superar.
MARIANO MORO
ENCUENTRO CÍVICO UCR – CHACO